Nicolai Levashov
Sobre el Espíritu, la Mente y mucho más…

A propósito de la espiritualidad

Traducción, Anastasia Sorokina

Tras la caída de la Unión Soviética, en la que reinaba el vulgar materialismo, la renaciente Iglesia Ortodoxa Rusa se proclamó a sí misma como la portadora de los valores espirituales. La idea de que la salvación para el pueblo consiste en la recuperación de su espiritualidad, cuya auténtica portadora resulta ser la Iglesia, empezó divulgarse intensamente a través de todos los medios de comunicación posibles. A la vez, la desintegración moral de la sociedad se asociaba por la iglesia con las consecuencias del vulgar ateísmo, intrínseco de la época soviética.

Hasta cierto punto, los eclesiásticos, acertaron. Primeramente, porque la nueva religión implantada después de la Revolución y a la que nombraron “el comunismo” prometía a la gente la igualdad, la fraternidad y la justicia, el reino de las abundancias y mil maravillas pero no después de la muerte, sino ya durante la vida, aunque… antes era necesario exterminar a los enemigos que se negaban a construir dicho paraíso-comunismo en la Tierra. Después, fue preciso restaurar la economía destruida, otra vez exterminar a los “enemigos del pueblo”; acto seguido empezó la Segunda Guerra Mundial, a su culminación de nuevo hubo que levantar al país de la ruina; luego, la Guerra Fría y… finalmente, Nikita Khruschov proclamó que incluso la generación coetánea a él vivirá… en el comunismo.

Millones de personas creyeron en la posibilidad de construcción del “paraíso terrenal”, eso es, el comunismo y, apretando los cinturones, trabajaron voluntariamente hasta quince - dieciséis horas diarias, soñando que, al menos sus hijos vivirían en “el paraíso” prometido por los comunistas. Sin embargo, resultó que la llegada del paraíso se fue aplazando hasta los hijos de los hijos… luego a los hijos de estos hijos y… entonces la gente empezó a darse cuenta que les estaban haciendo seguir “la zanahoria”, colgada delante sus narices, igual que sucede en una fábula de Nasreddin, en la que éste obligaba a su burro a caminar en la dirección deseada, sujetando justo delante sus narices a la zanahoria, atada a la caña de pescar.

Más adelante, la mayoría de los que construían el comunismo comprendieron que a pesar de todo… ¡lo habían construido! aunque no para ellos mismos, sino para los “servidores del pueblo”, los que de veras vivían en el comunismo. El despertar masivo de las personas sucedió cuando en los años 1987 y 1989 fueron destruidos ciertos generadores que influían psicológicamente en las personas, obligándolos a hacer aquello que beneficiaba a los titiriteros. Entonces las masas se habían despertado y… perdieron toda la fe en la bondad y la justicia, lo que resulta lógico y comprensible. No obstante… ¡tanto detrás de las promesas del “paraíso terrenal” de los comunistas, como también detrás del “paraíso celestial” cristiano estaban exactamente los mismos titiriteros, los parásitos sociales!

Mientras tanto, en relación con la “espiritualidad” de la que nos hablan los clérigos, deben hacerse ciertas aclaraciones. Primeramente, me gustaría recordarles que, durante un largo período de tiempo – por poco unos mil años - hasta 1917, en el territorio de Rusia europea dominaba la Iglesia Ortodoxa Rusa. Por lo tanto, varias generaciones consecutivas nacieron y murieron en el seno del cristianismo. A los niños recién nacidos los traían a la iglesia para bautizarlos; desde los primeros años de sus vidas las personas permanecían bajo la absoluta tutoría de la Iglesia; todas las fiestas eran cristianas, también las misas domingueras, escuelas parroquiales; las clases de Religión eran impartidas en todas las gimnasias y las Universidades…

En otras palabras, el cristianismo era la religión oficial del Imperio Ruso. Prácticamente durante treinta generaciones consecutivas, a lo largo de casi mil años, los rusos se saciaron de “espiritualidad” cristiana, la que se arraizó profundamente en las tierras rusas.

¿Pero qué había ocurrido en 1917 y los años posteriores a la Revolución?

Millones de fieles “profundamente espirituales” se mataban unos a otros, exterminando “a raíz” a determinados grupos de personas, inclusive a sus niños recién nacidos, sólo por el hecho de pertenecer a una clase social diferente. ¡Ojo!, ¡no porque esta gente cometiera alguna injusticia, sino únicamente porque tuvieron “la suerte” de pertenecer a clases sociales que algunos declararon “sujeto de exterminio”!

No fueron rusos de nacionalidad, ni tampoco cristianos por sus creencias los que emitieron estas órdenes – ¡su religión fue Becerro (toro) de Oro, la esencia de Tora! – y ¡a manos de personas “profundamente espirituales”, nacidas y educadas en los valores cristianos, se exterminó la flor de la nación rusa! Pero, a pesar de que procedían las órdenes de exterminio de aquellos que odiaban al pueblo ruso, ¡ejecutaban dichas órdenes, en general, personas rusas por nacionalidad, asesinando a sus propios hermanos, hermanas, padres, madres… no a la gente de su propia nación, sino de su propia sangre; matando a aquellos que les hacían daño y también a aquellos que hacían sólo el bien. Asesinaban, saqueaban, violaban... ¡lo estaban haciendo personas “profundamente espirituales” que a lo largo de varias generaciones se alimentaron con la “espiritualidad” cristiana!

Aquí cabe recordar qué es exactamente dicha “espiritualidad”.

La espiritualidad propugnada por la Iglesia no es otra cosa más que una servil sumisión al destino, una incuestionable aceptación de cualquier precepto descendido desde “arriba”, etc. Oyendo a diario: “sois siervos”, las personas se convirtieron en esclavos en lo intrínseco de sus almas. ¡Pues, sólo los esclavos pudieron hacer todas estas crueldades: asesinar, saquear, violar!...

Pero ¿dónde se ocultó entonces la supuesta “espiritualidad” cristiana en un cerrar y abrir de los ojos?

Pues, en ninguna parte, ¡puesto que jamás existió!

Sólo existieron personas con almas corrompidas, a las que precisamente en las iglesias arrancaban todo lo que nos distingue del mundo animal, inculcándoles: “¡eres un siervo! ¡eres un siervo!” ¡Porque sólo aquellos con alma esclava pueden ofrecerse para matar personas inocentes, nada más que escuchando la promesa del paraíso terrenal, con la única condición de obtener un lugar en dicho paraíso para sí mismos y para sus propios hijos! Para ganarlo, mataban a sus prójimos, incluyendo a los curas que les convirtieron en esclavos espirituales. ¡Porque los curas prometían la recompensa – la vida paradisíaca – pero después de la muerte, mientras que los bolcheviques la ofrecían ya en esta vida! Apareció el cebo más atractivo y… ¡se olvidaron las almas eslavizadas de su “profunda espiritualidad”!

¡Pero todo eso jamás hubiera sucedido si nuestros antepasados hubieran conservado su mentalidad védica [Mentalidad védica, vedismo, de verbo ruso védat′ (saber) hace la referencia a los conocimientos fundamentales sobre mundos materiales y no-materiales que poseían antiguamente eslavos y arios (NdT)], conforme a cuyos principios el ser humano es libre!

¡Cuándo se ha de respetar a la persona que merece el respeto!

¡Cuándo se ha de brindar ayuda a la persona que merece esta ayuda!

¡Cuándo se ha de amar a la persona digna de este amor!...

¡La espiritualidad no consiste en asistir a todos los servicios eclesiásticos, rezando apasionadamente día y noche; en cumplir con fervor las cuaresmas; en recibir penitencias arrepintiéndose sin cesar de los pecados reales e inventados!…¡La espiritualidad no consiste en encerrarse dentro de una celda y rezar… rezar… rezar!…¡Tampoco espiritualidad significa apartarse del mundo en un lugar desierto para rezar… rezar… rezar…, no haciendo absolutamente nada!

¡Porque todo ello es inútil y no aporta nada a nadie, sólo que la persona en vano desgasta su vida, matando al hombre en sí, quebrantando con su fanatismo todo lo propio del ser humano! Mientras que ¡los sacerdotes empujan exactamente a eso a las personas más activas, más auténticas de la nación, obligándolas a seguir un camino equívoco en la búsqueda de la espiritualidad y el sentido de la vida!

¡¿Cuántas personas, así quemaron en vano sus vidas, dedicándose a rezar oraciones, en lugar de dirigir su energía a la creación, a la lucha contra la injusticia?!

¡La profunda espiritualidad no se manifiesta cortándose uno el dedo grande de la mano izquierda con el hacha para no caer en las tentaciones carnales! Eso es auténtica suplantación de una idea por otra, ya que para el hombre espiritual no es necesario cortarse sus dedos para resistir a la tentación carnal; simplemente, el hombre espiritual no reaccionará a la concupiscencia.

Porque esta reacción habla de la dominación de los instintos sobre la conciencia, ¡lo que no puede suceder en caso de tener la espiritualidad, y menos aún, si esta espiritualidad es profunda! Y no es porque el hombre espiritual no tenga necesidad de algo así, sino que ¡el hombre espiritual no reaccionará con lujuria por una hembra, sólo pudiendo sentir el amor por una única mujer!

El hombre espiritual sitúa los intereses de los demás, los intereses de la Nación por encima de sus propios intereses, incluso por encima del valor de su propia vida y al mismo tiempo, no espera que alguien lo agradezca. El hombre espiritual no busca beneficios para sí, no se compadece a sí mismo, obrando en los intereses de su pueblo; a él no se puede asustar, comprar, hacer algo contra su conciencia.

Al hombre espiritual sólo se le puede matar, exterminarle físicamente, pero aun así él no se arrodilla esperando que le corten el cuello y juntando solemnemente sus manos para el rezo, ¡sino estará luchando contra el enemigo hasta la última gota de su sangre, hasta su último respiro!

¡El hombre espiritual destinará su vida, no a las oraciones a Dios para que todos entren al Reino de los Cielos, sino a reales obras en beneficio de su pueblo, para que los niños sean felices, los ancianos atendidos y sin pasar necesidades; para que se enriquezca el país, se enriquezcan las personas, se enriquezcan no sólo materialmente, sino también espiritualmente, siguiendo hacia la luz, esclareciendo sus mentes mediante el conocimiento!

¡Las personas que portan espiritualidad, jamás podrán ganar millardos con la venta del alcohol y el tabaco [En años 1996-1998 la Iglesia Ortodoxa Rusa fue implicada en la importación a Rusia de alcohol y tabaco libres de impuestos a través de una corporación de ayuda humanitaria (NdT)], que destrozaron tantas vidas, causaron tantos sufrimientos, rompieron tantas familias e hicieron huérfanos a tantos niños, empujándolos a la calle!

¡Las personas que portan espiritualidad jamás tirarán a sus cerdos las paskas [Paska se llama al pan elaborado de harina, levadura, mantequilla y azúcar, tradicional durante el festejo de Pascua en los países eslavos y de Europa Oriental (NdT)] que las ancianas elaboraron con sus propias manos y, después de escuchar durante toda la noche la misa de Pascua, entregarán estas paskas al cura! ¡No es espiritualidad todo eso, sino la apariencia de la espiritualidad! ¡Pero no es sólo algo propio de la Iglesia Cristiana Ortodoxa; lo mismo sucede con relación a las demás religiones creadas por los parásitos sociales para manipular las conciencias de la muchedumbre!

Tampoco aportan espiritualidad las diferentes escuelas de los variopintas “gurú” orientales. ¡Porque por mucho que medites, el mundo no se vuelve mejor! La meditación de cualquier tipo es tan sólo una variante de la oración, ya que pone en funcionamiento los mismos mecanismos y, en definitiva, cumple el mismo propósito: disuadir a las personas de las acciones reales que verdaderamente, puedan cambiar el mundo. ¡Las acciones que impulsen al hombre a hacerse mejor, extrayendo de su alma, gota a gota, lo que exista de esclavo y animal!

Nikolai Levashov, 5 de febrero de 2009

Traducido del ruso por Anastasia Sorokina


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